Campañas en redes sociales: ¿quién posiciona mejor la etiqueta?

Por Dileán Sousa

Hoy día es común encontrarnos envueltos por las redes sociales. Esas plataformas, como mil veces escuchamos, crean un universo muy distinto, entretenido, ameno… Todo eso cuando realmente utilizamos nuestros perfiles con el fin de educarnos y crecer. Quizás podemos llegar a compartir con una comunidad de usuarios con gustos y preferencias similares e intercambiar ideas.

Pero todo ello va aunado a la necesidad de estar conectados con el resto del mundo y saber qué pasa más allá de lo que nuestros ojos logran percibir. Solo es cuestión de preguntarnos cuántas veces al día ojeamos lo que pasa en Facebook o revisamos la publicación de alguien en específico en Instagram. Incluso podemos llegar a establecer un ritmo diario a tal punto que pasaremos más tiempo pegados a la pantalla que fuera de esta.

Pero, ¿y los que usan las redes con fines no muy asertivos o empáticos? ¿Qué pasa con los que gastan horas del día planificando su próxima táctica en sus perfiles digitales? ¿Qué sabemos de aquellos que solo dedican su tiempo a crear agendas mediáticas?

El mundo constantemente avanza, pero para muchos se reduce a: «Hoy quiero que se posicione esta etiqueta». Elaboran su pequeño plan, ponen en práctica su estrategia y solo basta con que pase el rato para empezar a cosechar «logros». Esas personas solo tienen un objetivo: hacerle el juego a alguien. Esto será de manera pagada o por simple entretenimiento (aunque la primera es muy común).

No solo es cuestión de aplicabilidad estratégica, sino de constancia. Muchas veces no es realmente el perfil quien realiza la publicación, sino que, como bien es sabido, existen sistemas automatizados para ello. Publicar desde cuentas falsas, incluso crear comunidades detrás de perfiles parodia o de «memes», son solo una parte.

Todo ello tributa a la creación de una campaña referente a un tema específico. Utilizan fechas puntuales, festividades o se aprovechan del más mínimo elemento…

Pero la historia no queda en este punto. Siempre está la «contracampaña». Y, aunque suene absurdo y muchas veces pase la línea del ridículo, este tipo de situación sucede. Ocurre más de lo que podemos imaginar.

La creación de confrontaciones constantes por temas políticos y por ideologías son el plato fuerte de ese momento. Miles de personas gastan su tiempo en «contraatacar» para no sentirse dañados. La defensa de lo que «en verdad es correcto» hace que se cree una lucha por el posicionamiento de etiquetas.

¿Realmente es correcto hacerlo así? ¿Acaso no existirán maneras estratégicas de lograr esos objetivos? ¿Es pertinente involucrar en esta campaña a miles de personas e instituciones?

La verdad es que todo tiene sus logros desde la estrategia. Esta a su vez no debería ser jamás improvisada, sino que cuente con una línea para tiempo de crisis.

También podemos agregar el ignorar las respuestas que a veces damos en redes ante acusaciones que son obviamente absurdas. Los algoritmos están entrenados para posicionar publicaciones. Un objetivo pudiera ser solamente la generación de comentarios que hagan que aumente el nivel de interacciones por lo que provoca a su vez un aumento del alcance.

Cada comentario que dejamos en pos de «defender la verdad» no está haciendo más que alimentar y posicionar esa publicación. Ellos logran su objetivo de obtener mayor visibilidad a cambio de robar el tiempo de aquellos que quieren hacer lo que llamamos «contraataque».

¿Deberíamos cambiar las maneras de hacer? Pues sí. La mejor respuesta que podemos dar es mostrar la verdad, cruda y dura. Todos tenemos defectos, pero lo importante es ser autocríticos y exponernos tal cuales somos, sin esconder los errores. Esto traería consigo un deseo de realmente cambiar las cosas con motivos positivos.

¿Y qué hacer con las publicaciones difamatorias y mentirosas? La respuesta es simple: ignorarlas. Si le hacemos poco caso, esa publicación dejará de tener alcance, las personas detrás de esos perfiles se verán obligados a cambiar la estrategia y, aunque nos den en el punto donde más nos duele, no darle importancia directa a esa publicación hará que obtengan el efecto contrario.

¿Cómo responder entonces? Pues con la realidad, la verdad ante todo. Mostrarla así hará que aumente la credibilidad en nosotros. Para ello no debemos aludir directamente o dar pistas sobre lo que queremos «desmentir» a no ser que sea preciso hacerlo, pero para ello están la prensa y los perfiles oficiales de las distintas administraciones.

Cambiemos nuestra forma de hacer y pensar, hagamos juntos que la verdad gane peso y que la credibilidad sea la principal victoria en las redes sociales.


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