Por Jorge Ernesto Angulo Leiva
¡Despierta!», nos gritan las 158 páginas del libro Petrocalipsis. Crisis energética global y cómo (no) la vamos a solucionar (Alfabeto Editorial, 2020). «Despierta de la indiferencia, las mentiras y las recetas inviables para salvar el mundo cuando, en realidad, pretenden eternizar el capitalismo».
Antonio Turiel muestra el enigma actual de nuestra especie como un callejón sin salida debido a su planteamiento: «crecer indefinidamente en un planeta finito» y solo la escasez de recursos obligará al sistema dominante, en algún momento, a detener su marcha porque enfrenta un monstruo generado por él: el peligro del fin de la humanidad.
Alejado de ingenuidades y determinismos, el autor reconoce en este escenario la opción de las guerras y otras estrategias para expropiar a los países más pobres de los últimos recursos en disputa; pero esa actitud solo puede apresurar el desatre pues «No se trata ya de encontrar más recursos, porque eso solo postergaría el problema y, además, por cada vez menos tiempo».
El texto aborda la interrelación de todas las crisis –económica, ambiental, política–, gracias a un acercamiento interdisciplinario entre la física, la geología, la química, la economía. También predice las posibles consecuencias de la COVID-19 como catalizador de las demás situaciones, pues la confección de la obra culminó durante los inicios de la pandemia.
Describe el agotamiento de las fuentes de energía más explotadas y también menciona los inconvenientes de sus sucesoras, las renovables: su menor capacidad de generación, algunos de sus impactos ambientales y su dependencia de los recursos que deben sustituir.
Asimismo, el libro recoge algunos de los efectos de nuestro desarrollo sin frenos sobre nuestro ecosistema y explica, a partir del mecanismo del efecto invernadero, el cambio climático indetenible en concepto de los próximos siglos y tal vez milenios.
Apoyado en la sentencia: «No hay nada que se pueda hacer dentro del capitalismo. Mientras no abandonemos este sistema, esta crisis no acabará nunca», Turiel denuncia patrañas como el «capitalismo verde» y la geoingeniería, orientadas a reproducir el sistema en otras condiciones. Además, explica los grandes obstáculos para la generalización de prácticas como los autos eléctricos.
A pesar del «no» como símbolo de soluciones imposibles en el título de todos los capítulos –salvo en el último–, el autor reconoce la naturaleza social del problema y esboza una alternativa democrática, caracterizada por la revisión de conceptos como el cambio de Índices de Desarrollo Humano por el PIB, la implantación de una economía estacionaria, la cancelación de la deuda externa, mayor autonomía local, el fin del consumismo…
Los retos para esa transición, además del enfrentamiento a los poderes imperiales, contemplan la lucha contra un paradigma cultural muy arraigado: «Mucha gente concibe antes el fin del mundo que el fin del capitalismo, y no son pocos los que identifican ambas cosas».
Karl Marx estableció un vínculo entre ambos conceptos cuando identificó el capitalismo como la última fase de la prehistoria humana; pero solo la actuación de todos en estos años decisivos impedirá la llegada del punto final de nuestra historia junto al colapso de ese sistema depredador.
El autor resume de forma brillante nuestro desafío: «El capitalismo equivale a algo así como la infancia y la adolescencia de la humanidad: un período en el que hemos crecido y nos hemos desarrollado muy deprisa y bajo el cual nos creíamos invencibles. Pero no, ya no podemos seguir por la misma senda: tenemos que madurar, llegar a un estado estacionario de “no más crecimiento”, tenemos que volvernos adultos. Ese es nuestro gran reto: madurar».
Fuentes:
Marx, K. (Marzo de 2001). Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política. Recuperado el 16 de Enero de 2022
Turiel, A. (2020). Petrocalipsis. Crisis energética global y cómo (no) la vamos a solucionar. Madrid: Alfabeto Editorial. Recuperado el 14-15 de Enero de 2022, de http://www.editorialalfabeto.com
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